domingo, 1 de julio de 2018

Sicilia a nuestro aire V

(continuación Sicilia a nuestro aire IV)

“La más bella ciudad de la Magna Grecia” _Cicerón_.

Y... ¡llegamos a Siracusa!  Declarada también Patrimonio de la Humanidad por la Unesco, es una ciudad fascinante y preciosa. Su fama la precede y es lógico porque lo tiene todo: una historia antiquísima y deslumbrante, un patrimonio artístico y arqueológico de primera categoría, una situación y un clima envidiables y sobre todo es una ciudad amable.




Nos alojamos en la isla-península de Ortigia que es el corazón de Siracusa. Núcleo de los primeros pobladores ha estado habitada desde la más remota antigüedad y en ella se concentra la ciudad griega, medieval, renacentista y barroca. Aquí también hay que olvidarse del plano o de la guía porque lo suyo es deambular por sus callejuelas del interior así como pasear bordeando todo su perímetro junto al mar.



El centro de Ortigia es la plaza del Duomo, una plaza irregular y diáfana rodeada de magníficos monumentos: la catedral, principal edificio de la isla realizado sobreponiendo al preexistente templo griego, en honor a la diosa Atenea, la estructura cristiana. Es curioso entrar en esta catedral de fachada barroca y ver columnas dóricas mucho más antiguas sosteniendo el techo. Esto la hace realmente original y diferente; la iglesia de Santa Lucía alla Badia, el Palacio Senatoriale (ayuntamiento), el palacio Beneventano del Bosco y el palacio arzobispal.



Muy cerca de nuestro alojamiento (en una casa antigua pero muy bien rehabilitado, con una excelente ubicación y en el que estuvimos muy cómodos)  se encontraban los restos del templo de Apolo y el mercado de abastos al aire libre.


El mercado de Ortigia ya no funciona dentro del antiguo edificio cubierto que ahora esta dedicado a exposiciones y actividades culturales. Ahora es al aire libre en todo el perímetro del edificio que antaño lo albergó y algunas callecitas aledañas. No es muy grande pero la calidad de los productos es excepcional y con buenos precios. Vale la pena darse una vuelta por la mañana o a el mediodía. Los mercados pueden parecer aburridos y fuera de lugar en un viaje turístico, pero para mí son parte fundamental del viaje pues son una manera de conocer y vivir la verdadera vida de la ciudad. 



La plaza Archimede presidida por la monumental fuente de Diana cazadora rodeada de tritones, sirenas y caballos. En esta plaza se encuentran el palacio Gargallo, el palacio Lanza, el palacio Platamone y el palacio Montalvo. Hay muchos más palacios e iglesias que vimos pero que no me voy a entretener en enumerar para no hacer tediosa la lectura.



Caminar al lado del mar Jónico con un color azul verdoso es un paseo realmente bonito y agradable. ¡Y en algunas partes con un parecido a Cádiz impresionante! Desde la Plaza Marina y siguiendo un agradable paseo arbolado, el Foro Itálico,  pasamos por el puerto deportivo, la fuente de Aretusa, que emana agua dulce de forma natural, hasta llegar al castillo fortaleza Maniace en el vértice de la isla y que no tiene realmente un interés especial, desde mi punto de vista, cuando se han visitado otros castillos más bonitos y con vistas más fantásticas. Se continúa  el paseo por el otro vértice del triangulo, la parte de Levante, y aquí  nos encontramos la increíble fachada barroca de la iglesia Spirito Santo junto a fachadas de edificios desteñidos por el sol y el viento marino... Una estampa que bien podría ser el Campo de Sur de Cádiz. Se llega hasta el final y nos encontramos el Beldevere San Giacomo donde se puede disfrutar de una vista panorámica del mar.

 

En la zona moderna y de expansión de Siracusa se encuentra una de las zonas arqueológicas más importantes de Sicilia: el parque arqueológico de Neápolis. Intentamos subir en autobús temprano para evitar aglomeraciones pero en vista de que tardaba mucho, cogimos un taxi. El simpático y dicharachero taxista nos hizo de guía turístico todo el tiempo que duró la carrera.

Los restos arqueológicos se encuentran divididos en dos zonas perfectamente diferenciadas: los monumentos más antiguos sobre el lado sur y las célebres latomías sobre el lado norte del Parque. Entre los monumentos más antiguos, el teatro griego que no se podía apreciar en todo su esplendor ya que estaba preparado para  el festival de teatro clásico que en él se celebra en primavera y verano; la iglesia de San Nicoló, construida por los normandos y muy bien conservada; el Altar de Hierón II del que quedan solo sus cimientos y que se utilizaba para celebrar sacrificios y el  Anfiteatro romano.




Las latomías (latín lātomĭae, derivada del griego antiguo latomíai), palabra compuesta de lâs (piedra) y tomíai (de témnein, tallar), eran cuevas que en la antigüedad clásica se utilizaron para encarcelar a los esclavos. Las más célebres fueron las de Siracusa, usadas tanto como canteras como cárceles.


La Oreja de Dionisio es una gruta que se encuentra en la zona de “Latomía del Paraíso”. En esta famosa cava calcárea se abre una impresionante gruta de 65 de largo, de 23 metros de alto y aproximadamente entre 5 y 11 metros de ancho. Recibe este nombre debido tanto a su forma, que recuerda a la del pabellón auricular, como al efecto sonoro que se crea en su interior que realmente sobrecoge.



La vuelta a Ortigia la hicimos a pie y en el camino nos encontramos con la preciosa fachada de la iglesia San Giovanni Evangelista.


Y por último, otra recomendación para los forofos de los helados. Si bien es cierto que cada sitio que hemos visitado hemos tomados unos helados exquisitos (Sicilia se considera la verdadera patria del helado en todas sus versiones: la granita, la gramolata, el sorbete y el helado propiamente dicho) los de la heladería Belfiore de Siracusa se llevan la palma.


En la isla hay un culto al helado superior al que existe en ningún otro lugar del mundo. Los sicilianos comen los helados hasta en bocadillos, intercalando el corte en un brioche. "¿El helado? Una locura totalmente siciliana", dijo el escritor Vitaliano Brancati, nacido en Pachino, cerca de Siracusa.

Así de simpático posó el chico de la heladería cuando le pedí permiso para hacer una foto del mostrador y es que otro de los aspectos de los que hemos venido encantados de Sicilia es de su gente.


Continúa en Sicilia nuestros aire VI

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