jueves, 5 de julio de 2018

Sicilia a nuestro aire VI


(continuación de Sicilia a nuestro aire V)

"La principal maravilla de Catania es el hecho mismo de que exista todavía. Ninguna otra ciudad ha sido destruída y reconstruída nueve veces, y siempre en el mismo lugar" _FODORS MODERN GUIDE, 1954_.


Cuesta trabajo despedirse de Siracusa pero tenemos que seguir con nuestro itinerario así que damos el salto a Catania. Y digo "salto" porque están relativamente muy cerca. La llegada a Catania, la "ciudad negra" (llamada así por el color de sus edificios), después de venir de la hermosa y luminosa Siracusa, nos produjo un poco de choque. Ya había leído que la segunda ciudad de Sicilia despierta con frecuencia en el visitante  sensaciones contradictorias pero esto no fue nada más que una primera impresión porque pronto quedamos cautivados y sorprendidos de su importante y cuidado casco histórico, declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 2002, y por ser una ciudad vibrante y llena de vida.

Alojarse en una bonita y espaciosa suite  en el palacio barroco Pardo del siglo XVIII, justo a cuatro pasos de la plaza del Duomo, también contribuyó a que nuestra estancia fuese única. Desde el balcón del apartamento se puede ver la catedral.

Foto pillada de la suite en AirBnB

Otro de los atractivos del apartamento es el techo pintado con unos bellos frescos. Una gozada para la vista y el espíritu.


Bueno, hablemos de los numerosos monumentos que Catania nos ofrece y hacer mención, como no, al  Etna (su gran cono se distingue desde todas las perspectivas de la ciudad), el volcán activo mas grande de Europa, al que solo pudimos contemplar desde lejos ya que desistimos conocerlo en profundidad a través de las excursiones guiadas que se ofrecen, para conocer más detenidamente Catania.  Lo dejamos para la próxima visita a Sicilia.

La Plaza de la Catedral es el centro neurálgico de la ciudad y punto de partida de cualquier visita. En el centro la famosa y emblemática  fuente del Elefante de Vacarini que es el símbolo de la ciudad. Presidiendo el conjunto arquitectónico que rodea la plaza, nos encontramos la catedral, dedicada como no a santa Agata, patrona de ciudad. Siguiendo hacia la izquierda el palacio de los Elefantes, sede del Ayuntamiento, el seminario de los clérigos junto a la puerta de Uceda y los palacios Sammartino y Marletta.



A la derecha del seminario de los Clérigos está la fuente de Amenano que es una fuente monumental dedicada al río del mismo nombre que fluye bajo Catania. Los cataneses le llaman en la jerga popular "Acqua o Linzolu" de Catania por el efecto de sábana que tiene el agua al caer.




Justo detrás de la fuente, una escalera de piedra de lava conduce a la pintoresco y famoso mercado de la "Pescheria", patrimonio cultural de la humanidad que con sus aires de zoco se basta y se sobra para certificar que Sicilia vive con un pie en Europa y con el otro en el norte de África. Yo que creo que los mercados representan la esencia de una ciudad y es una manera de mezclarse con la vida cotidiana de sus habitantes, siempre tengo la visita a los mercados casi como prioritaria. Si bien en esta ocasión no pude dedicarle el tiempo que me hubiese gustado pues a veces los intereses de las personas con las que viajas son otros. Con todo y con esto,  disfruté y fotografié este pintoresco,  auténtico, bullicioso y colorido mercado al aire libre. Volvimos al medio día para comer en el restaurante en pleno mercado, la Osteria Antica Marina que si bien por fuera parece un local popular y familiar, la cocina es realmente sublime y de un gran nivel. No es barato pero merece la pena.









Muy cerca de la catedral, está la Badia di Santa Agata, ¡una de las siete iglesias de la ciudad dedicadas a su patrona! Es sin duda la obra maestra de Vaccarini.

De la plaza de la catedral y en dirección al Etna parte la via Etnea,  corazón de la vida social y comercial de la ciudad. A lo largo de su trazado encontramos varias iglesia,  palacios nobiliarios, edificios públicos y la entrada al hermoso jardín Bellini.


Justo enfrente del jardín la heladería-pastelería-cafetería Savia, una de las mejores según las guías y comentarios de visitantes. ¡Y tuvimos la suerte de poder coger una mesa en la terraza y degustar sus dulces y helados! Otra pastelería sublime es la I doci di Nonna Vincenza. Tanto si eres goloso como si no, no puedes perderte sus espléndidos dulces, herederos de la mejor tradición siciliana, según ellos preparados con amor y pasión.



Camino del castillo Ursino pasamos por la sorprendente Plaza Mazzini, formada por un conjunto de palacios porticados.  El castillo fue construido en un acantilado junto al mar pero debido a las sucesivas erupciones volcánicas y a los terremotos fue desplazado un kilómetro tierra adentro. Por otro lado, los viejos fosos del castillo fueron rellenados de lava a principios del siglo XVIII, como consecuencia de una erupción del Etna. El edificio alberga en la actualidad el museo municipal de Catania, así como una galería de arte.


Otra via que hay que recorrer es la dei Crociferi. Además de los palacios, debe su encanto a la lista de iglesias que la jalonan como la de San Francisco de Borja, el arco de las monjas de San Benito, que según la tradición fue construido en una sola noche, en 1704, para unir las dos partes del monasterio benedictino, debido a que las autoridades seculares se oponía a unión de las dos abadías, la de San Giulano, la de San Benedetto, el templo más monumental y hermoso de la calle y el magnífico conjunto de la iglesia San Nicolo y convento de los benedictinos.



Cogiendo la Via Victorio Emanuele se llega al gran teatro romano que fue descubierto por casualidad cuando empezaron obras subterráneas. Cerca del teatro se hallan los restos del odeón, que también se remonta a la época romana.


Catania es además el lugar de nacimiento del magistral músico Vincenzo Bellini. Murió en París pero cuarenta y un años después, los restos del compositor fueron trasladados a su Catania natal donde la ciudad en pleno recibió con admiración y tristeza a su hijo pródigo. En la catedral está su mausoleo.


Continúa en Sicilia a nuestro aire VII

domingo, 1 de julio de 2018

Sicilia a nuestro aire V

(continuación Sicilia a nuestro aire IV)

“La más bella ciudad de la Magna Grecia” _Cicerón_.

Y... ¡llegamos a Siracusa!  Declarada también Patrimonio de la Humanidad por la Unesco, es una ciudad fascinante y preciosa. Su fama la precede y es lógico porque lo tiene todo: una historia antiquísima y deslumbrante, un patrimonio artístico y arqueológico de primera categoría, una situación y un clima envidiables y sobre todo es una ciudad amable.




Nos alojamos en la isla-península de Ortigia que es el corazón de Siracusa. Núcleo de los primeros pobladores ha estado habitada desde la más remota antigüedad y en ella se concentra la ciudad griega, medieval, renacentista y barroca. Aquí también hay que olvidarse del plano o de la guía porque lo suyo es deambular por sus callejuelas del interior así como pasear bordeando todo su perímetro junto al mar.



El centro de Ortigia es la plaza del Duomo, una plaza irregular y diáfana rodeada de magníficos monumentos: la catedral, principal edificio de la isla realizado sobreponiendo al preexistente templo griego, en honor a la diosa Atenea, la estructura cristiana. Es curioso entrar en esta catedral de fachada barroca y ver columnas dóricas mucho más antiguas sosteniendo el techo. Esto la hace realmente original y diferente; la iglesia de Santa Lucía alla Badia, el Palacio Senatoriale (ayuntamiento), el palacio Beneventano del Bosco y el palacio arzobispal.



Muy cerca de nuestro alojamiento (en una casa antigua pero muy bien rehabilitado, con una excelente ubicación y en el que estuvimos muy cómodos)  se encontraban los restos del templo de Apolo y el mercado de abastos al aire libre.


El mercado de Ortigia ya no funciona dentro del antiguo edificio cubierto que ahora esta dedicado a exposiciones y actividades culturales. Ahora es al aire libre en todo el perímetro del edificio que antaño lo albergó y algunas callecitas aledañas. No es muy grande pero la calidad de los productos es excepcional y con buenos precios. Vale la pena darse una vuelta por la mañana o a el mediodía. Los mercados pueden parecer aburridos y fuera de lugar en un viaje turístico, pero para mí son parte fundamental del viaje pues son una manera de conocer y vivir la verdadera vida de la ciudad. 



La plaza Archimede presidida por la monumental fuente de Diana cazadora rodeada de tritones, sirenas y caballos. En esta plaza se encuentran el palacio Gargallo, el palacio Lanza, el palacio Platamone y el palacio Montalvo. Hay muchos más palacios e iglesias que vimos pero que no me voy a entretener en enumerar para no hacer tediosa la lectura.



Caminar al lado del mar Jónico con un color azul verdoso es un paseo realmente bonito y agradable. ¡Y en algunas partes con un parecido a Cádiz impresionante! Desde la Plaza Marina y siguiendo un agradable paseo arbolado, el Foro Itálico,  pasamos por el puerto deportivo, la fuente de Aretusa, que emana agua dulce de forma natural, hasta llegar al castillo fortaleza Maniace en el vértice de la isla y que no tiene realmente un interés especial, desde mi punto de vista, cuando se han visitado otros castillos más bonitos y con vistas más fantásticas. Se continúa  el paseo por el otro vértice del triangulo, la parte de Levante, y aquí  nos encontramos la increíble fachada barroca de la iglesia Spirito Santo junto a fachadas de edificios desteñidos por el sol y el viento marino... Una estampa que bien podría ser el Campo de Sur de Cádiz. Se llega hasta el final y nos encontramos el Beldevere San Giacomo donde se puede disfrutar de una vista panorámica del mar.

 

En la zona moderna y de expansión de Siracusa se encuentra una de las zonas arqueológicas más importantes de Sicilia: el parque arqueológico de Neápolis. Intentamos subir en autobús temprano para evitar aglomeraciones pero en vista de que tardaba mucho, cogimos un taxi. El simpático y dicharachero taxista nos hizo de guía turístico todo el tiempo que duró la carrera.

Los restos arqueológicos se encuentran divididos en dos zonas perfectamente diferenciadas: los monumentos más antiguos sobre el lado sur y las célebres latomías sobre el lado norte del Parque. Entre los monumentos más antiguos, el teatro griego que no se podía apreciar en todo su esplendor ya que estaba preparado para  el festival de teatro clásico que en él se celebra en primavera y verano; la iglesia de San Nicoló, construida por los normandos y muy bien conservada; el Altar de Hierón II del que quedan solo sus cimientos y que se utilizaba para celebrar sacrificios y el  Anfiteatro romano.




Las latomías (latín lātomĭae, derivada del griego antiguo latomíai), palabra compuesta de lâs (piedra) y tomíai (de témnein, tallar), eran cuevas que en la antigüedad clásica se utilizaron para encarcelar a los esclavos. Las más célebres fueron las de Siracusa, usadas tanto como canteras como cárceles.


La Oreja de Dionisio es una gruta que se encuentra en la zona de “Latomía del Paraíso”. En esta famosa cava calcárea se abre una impresionante gruta de 65 de largo, de 23 metros de alto y aproximadamente entre 5 y 11 metros de ancho. Recibe este nombre debido tanto a su forma, que recuerda a la del pabellón auricular, como al efecto sonoro que se crea en su interior que realmente sobrecoge.



La vuelta a Ortigia la hicimos a pie y en el camino nos encontramos con la preciosa fachada de la iglesia San Giovanni Evangelista.


Y por último, otra recomendación para los forofos de los helados. Si bien es cierto que cada sitio que hemos visitado hemos tomados unos helados exquisitos (Sicilia se considera la verdadera patria del helado en todas sus versiones: la granita, la gramolata, el sorbete y el helado propiamente dicho) los de la heladería Belfiore de Siracusa se llevan la palma.


En la isla hay un culto al helado superior al que existe en ningún otro lugar del mundo. Los sicilianos comen los helados hasta en bocadillos, intercalando el corte en un brioche. "¿El helado? Una locura totalmente siciliana", dijo el escritor Vitaliano Brancati, nacido en Pachino, cerca de Siracusa.

Así de simpático posó el chico de la heladería cuando le pedí permiso para hacer una foto del mostrador y es que otro de los aspectos de los que hemos venido encantados de Sicilia es de su gente.


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