"... porque todo viaje, incluso a los sitios más frecuentados y conocidos, es una exploración." _Isabelle Eberhardt_.
Sé que hay muchas páginas oficiales y muchos blogs que hablan sobre Sicilia y las experiencias de cada uno viajando por esta hermosa y sorprendente tierra pero me apetece contar mi propia experiencia, aportar mi granito de arena para futuros viajeros y que esta entrada y las siguientes sean también mi memoria escrita de este estupendo viaje.
El día 8 de mayo volamos hacia Palermo, vía Roma, con Alitalia. Un vuelo bastante estresante ya que se demoró y veíamos que no llegábamos para coger el siguiente Roma- Palermo. Por suerte todos los vuelos estaban atrasados (una huelga general del personal de asistencia de tierra) por lo que no tuvimos ningún problema (excepto correr como posesos por el aeropuerto) en coger el siguiente vuelo, eso sí la llegada fue casi dos horas más tarde de lo previsto. Pero allí estaba Gaspare esperándonos para llevarnos al apartamento (precioso apartamento, anfitriones excepcionales y con una relación calidad precio imbatible) que habíamos reservado cerca del aeropuerto con idea de que a la mañana siguiente nos llevara de nuevo al aeropuerto para coger el coche de alquiler con la compañía Locauto de la cual hemos quedado muy contentos. Viajar por libre a Sicilia o por cualquier país, siempre que sea seguro, es una auténtica gozada.
Con esta vista disfrutamos de nuestro primer desayuno |
Hacía ya dos años que teníamos en mente viajar a Sicilia, y tras muchas horas de preparación previas y con la ayuda de la guía de Miguel Reyero, llegó el día de empezar a recorrer y conocer la Sicilia auténtica, llena de peculiaridades pero también
de reminiscencias de todo el Mediterráneo: su pasado griego, su
esencia romana, su influencia árabe, el peso de los normandos, las
tradiciones que llegaron desde España o los lazos que unen a la isla
con toda Italia.
Grafiti de Sicilia en un barrio de Palermo |
Nuestro primer destino era Trápani pero de camino visitamos el templo y el teatro griego de Segesta, situados en un paraje extraordinario.
En la zona del aparcamiento se compran los billetes para subir en autobús hasta el monte Bárbaro donde se ubica sobre una colina el teatro griego. Construido en la segunda mitad del siglo III a.c. su cávea de 63 metros
se orienta hacia el norte, en contra de lo habitual en los teatros
griegos. Esta peculiaridad se debe a las deslumbrantes vistas que
ofrecen las gradas desde las colinas con el mar Mediterráneo al fondo.
Foto de JGV |
La bajada hacia el templo la hicimos a pie, es un trayecto corto y muy agradable. Las vistas panorámicas del templo y alrededores son magníficas. Pararse a cada momento para sacar fotos es algo totalmente inevitable.
Foto de JGV |
El templo desde su enclave parece mirar melancólico hacia los restos de Egesta, la ciudad griega que lo vio nacer en el siglo V a. C. Su estructura de 36 columnas dóricas se conserva en excelente estado, gracias tal vez al hecho de que nunca llegó a cubrirse y por tanto carecía de interés para los saqueadores.
Los únicos que hoy merodean el templo son los pastores con sus rebaños y los turistas, pero en el pasado Segesta sufrió los continuos asedios de las tropas de Selinunte, el rico centro comercial de la Magna Grecia
que quería asegurarse un puerto en el mar Tirreno. Aquella salida al
mar es actualmente el pueblo costero de Castellammare del Golfo.
Vuelta al coche y tiramos para Trápani (dos noches en esta ciudad costera con la idea de hacer algunas excursiones) que es la capital de provincia de Sicilia más occidental. Posee un centro histórico rico en iglesias, edificios del Barroco siciliano y las callejuelas que se conservan del período árabe de la ciudad. Puede visitarse a pie con tranquilidad, ya que la mayor parte del casco antiguo es peatonal. Decidimos caminar y dejarnos llevar por sus calles de piedras.
En la zona antigua de la ciudad, la calle principal es el Corso Vittorio Enmanuele II. En este corso se encuentran la Catedral de San Lorenzo, la iglesia del Colegio de los Jesuitas, el Palazzo Senatorio con su hermosa fachada, la torre del reloj...
En una de las bocacalles de Vittorio Enmanuelle se encuentra la Iglesia del Purgatorio: lo realmente interesante de esta iglesia, y que nos sorprendió y gustó mucho, es que alberga en su interior una colección de 20 pasos relativos a la pasión y muerte de Cristo que guardan cierto parecido a los de la Semana Santa de gran parte de las poblaciones españolas. Aunque su origen es de cuando la dominación española, las figuras son muy diferentes.
Otro de los atractivos de Trapani es pasear por todo su perímetro pegado al mar. Desde su puerto antiguo delimitado por la muralla (¡y tan parecido a Cádiz que a nosotros como gaditanos nos parecía realmente sorprendente!) hasta la punta extrema de la ciudad, dominada por los vientos y la torre de Ligny del siglo XVII, erigida por los españoles contra las frecuentes incursiones de los piratas turcos. Allí pudimos disfrutar y fotografiar de una puesta de sol maravillosa y posteriormente, de vuelta a Vittorio Enmanuelle, de una estupenda cena en el restaurante/enoteca Versi di Rosso.
Aparcamos muy cerca del Museo de la sal ubicado en un antiguo molino. Para adentrarse y dar un paseo por las salinas hay que pagar, cosa que hicimos para disfrutar de aquel paisaje de agua parcelada de diferentes y vivos colores por efecto del sol que contrastaba con el blanco cristalino de la sal amontonada. En todo lo que la vista alcanza solo destacaban unos pocos molinos, mudos testimonios del pasado, contadas edificaciones y una antigua torre de vigilancia pegada al mar. Esperamos hasta el atardecer y todo se llenó de dorados, rojos y rosas con una belleza indescriptible.
Vuelta al coche y tiramos para Trápani (dos noches en esta ciudad costera con la idea de hacer algunas excursiones) que es la capital de provincia de Sicilia más occidental. Posee un centro histórico rico en iglesias, edificios del Barroco siciliano y las callejuelas que se conservan del período árabe de la ciudad. Puede visitarse a pie con tranquilidad, ya que la mayor parte del casco antiguo es peatonal. Decidimos caminar y dejarnos llevar por sus calles de piedras.
En la zona antigua de la ciudad, la calle principal es el Corso Vittorio Enmanuele II. En este corso se encuentran la Catedral de San Lorenzo, la iglesia del Colegio de los Jesuitas, el Palazzo Senatorio con su hermosa fachada, la torre del reloj...
En una de las bocacalles de Vittorio Enmanuelle se encuentra la Iglesia del Purgatorio: lo realmente interesante de esta iglesia, y que nos sorprendió y gustó mucho, es que alberga en su interior una colección de 20 pasos relativos a la pasión y muerte de Cristo que guardan cierto parecido a los de la Semana Santa de gran parte de las poblaciones españolas. Aunque su origen es de cuando la dominación española, las figuras son muy diferentes.
Otro de los atractivos de Trapani es pasear por todo su perímetro pegado al mar. Desde su puerto antiguo delimitado por la muralla (¡y tan parecido a Cádiz que a nosotros como gaditanos nos parecía realmente sorprendente!) hasta la punta extrema de la ciudad, dominada por los vientos y la torre de Ligny del siglo XVII, erigida por los españoles contra las frecuentes incursiones de los piratas turcos. Allí pudimos disfrutar y fotografiar de una puesta de sol maravillosa y posteriormente, de vuelta a Vittorio Enmanuelle, de una estupenda cena en el restaurante/enoteca Versi di Rosso.
Las salinas
Muy cerca de Trápani se hallan las salinas de Nubia, instalaciones históricas dedicadas a la producción de sal. Sus molinos y las montañas blancas cubiertas de tejas ofrecen una atractiva estampa. Actualmente aún se extrae de forma artesanal un tipo de sal de gran calidad y de muy alto precio.
Aparcamos muy cerca del Museo de la sal ubicado en un antiguo molino. Para adentrarse y dar un paseo por las salinas hay que pagar, cosa que hicimos para disfrutar de aquel paisaje de agua parcelada de diferentes y vivos colores por efecto del sol que contrastaba con el blanco cristalino de la sal amontonada. En todo lo que la vista alcanza solo destacaban unos pocos molinos, mudos testimonios del pasado, contadas edificaciones y una antigua torre de vigilancia pegada al mar. Esperamos hasta el atardecer y todo se llenó de dorados, rojos y rosas con una belleza indescriptible.
Tonnara di Scopello y la reserva nacional dello Zíngaro
Nos dirigimos muy de mañana a visitar una de los parajes más bellos de Sicilia según muchas guías y páginas turísticas: la Tonnara de Scopello, pero el acceso estaba cerrado así que solo pudimos observar de lejos la torre Bennistra (un antiguo torreón de vigilancia construido antes que el propio municipio para controlar el tráfico marino y los piratas) y los farallones que como gigantes vigilan la costa. Así que decidimos acercarnos a la reserva natural dello Zingaro a un par de kilómetros después de la Tonnara.
Convertida en la primera área protegida de Sicilia, hay una ruta principal, de unos 8 kilómetros, que transcurre por un sendero sobre los acantilados y que se puede bifurcar en otras rutas según quieras acceder a las calas o pequeñas playas que jalonan el parque. Un plano que te dan en la billetería y las señalizaciones permiten hacer el recorrido de manera muy fácil. Nosotros hicimos solo una primera parte (que nos supo realmente a poco así que si hay una próxima vez, sería cuestión de dedicarle mucho más tiempo) pues queríamos volver a mediodía para visitar Erice.
Erice
El nombre de este pueblo medieval situado sobre el Monte San Giuliano, deriva del siculo-itálico Eryx, que significa "Monte" y es una de las joyas de Sicilia. Subimos en el funicular (también hay una sinuosa carretera, la mayoría de las veces con niebla) que ofrece unas magníficas vistas sobre el litoral occidental de la isla.
Fue muy agradable pasear por sus calles empedradas, disfrutar de sus monumentos y especialmente de sus vistas panorámicas. Y por supuesto nos deleitamos con los dulces en la pastelería Maria Grammatico y de una buena comida siciliana en el restaurante Monte San Giuliano.
Al ser una de las metas turísticas más importantes de Sicilia, la proliferación de restaurantes, tiendas de suvenires o de productos típicos y la aglomeración de gente le quita cierto encanto pero ya contábamos con ello. Erice bien merece la pena a pesar de los turistas.
Continúa en Sicilia a nuestro aire II
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